Reflexiones geofísicas


Durante los últimos días, sólo me he dedicado a estudiar Geofísica y a algunos que otros quehaceres familiares, permaneciendo la mayor parte del tiempo encerrado entre las cuatro paredes de mi habitación o terraza, con la compañía de un ordenador, mogollón de apuntes y notas sueltas que reflejaban las demostraciones matemáticas de algunas fórmulas empleadas en las prácticas de esta infernal asignatura. Es en estos momentos, en los que la vida social no es tan completa como debiera, cuando, al necesitar hablar con alguien y no tener tiempo para hacerlo, recurres a hablar contigo mismo, para distraer un poco la mirada cansada de encima de esos inacabables apuntes; entonces, te pones a pensar, sumido en laberínticas reflexiones que te llevan a mezclar el pasado con el presente, y al fin y al cabo con el futuro: afloran los recuerdos de los buenos momentos vividos en el pasado, que te impulsan a querer repetir algunas acciones en el futuro, pero ya se encarga la realidad del presente de decirte que no hay gente como la de antes para poder hacer ese tipo de cosas; la gente cambia; va variando su personalidad, modificando la lista de prioridades según la ocasión, y así tu nombre, que antes estaba en lo más alto de dicha lista, ahora va fluctuando como si de un gráfico de bolsa se tratara. Al principio te cabreas, e intentas corregirlo todo, hablar con la gente, conocer el porqué de los cambios … pero al cabo de un tiempo, repitiéndose sucesivamente la misma situación, te rindes, asumiendo que eso es así, y que tú no puedes hacer nada. Llegado este momento, es cuando yo me conciencio de que no tengo por que ser así, que no tengo por que modificar mi lista de prioridades, sino, si acaso, modificar la gente con la que llevar a cabo dichas prioridades; alguien muy inteligente me dijo una vez: “lo que hay que hacer en estos casos, es bajar un peldaño en la generación de la gente que nos rodea”; se trata de una afirmación muy sabia, triste a la vez que real; Pero, ¿no debería ser al revés? Se supone que cuanto más joven es la gente menos madura es, y por lo tanto más inestable; pues parece que no; últimamente, he comprobado que la gente llega a una cierta edad en la que se obsesiona con ciertas ideas que ni ellos mismo comprenden, dejando de lado todo lo que hasta el momento, aparentemente les hacía felices …

Yo, por mi parte, seguiré así, siendo yo mismo, y manteniendo esa seña de identidad que caracteriza mi propia personalidad; nunca fui amigo de los cambios sin sentido, de las variaciones de carácter, de las modas, … Hay que ser uno mismo, y disfrutar como a ti más te guste, sin perjudicar a nadie; Así que eso seguiré haciendo pese a las críticas y a la envidia no tan sana de muchos; Seguiré viajando y conociendo todo el mundo que pueda, sin dejar de lado a los buenos amigos y a la familia. No voy a pasarme la vida diciendo “hoy no se puede; mañana mejor” … ya que ese mañana, hoy es después de los estudios, mañana es cuando haya trabajo, pasado cuando los críos sean mayores, y así sucesivamente, hasta que te das cuenta de que el tren de tu vida ha pasado a gran velocidad por delante de ti, pero tú ni siquiera te has subido a él.

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