Ya he vuelto de Portugal


Acabo de llegar de volver de mis aventuras portuguesas, y aunque debería llegar antes, en estas fechas ya se sabe lo que ocurre con los retrasos aéreos; ningún aeropuerto está a salvo; todos están relacionados entre sí ….

La verdad, es que hacía muy buen tiempo, pero el cansancio acumulado, la gripe de temporadas anteriores, y los estrictos Guardia Civiles que no me dejaron pasar mis jarabes, hicieron que no estuviese al cien por cien. Pero aún así, hicimos todo lo que teníamos planeado. La aventura empezó en Oporto (vuelo en oferta con Ryanair), y de ahí bajamos hasta Nazaré en coche; no nos entretuvimos demasiado, ya que habíamos estado en anteriores ocasiones en estas zonas (Coimbra, Ourém, Santarém, Coimbra, Fátima, …), así que llegamos prontito al hotel, donde dejamos las cosas, nos tomamos las correspondientes medicinas, y tras vestirnos un poco más de sport, bajamos a la playa, que hay que decir que es preciosa y muy amplia. Recorrimos las apretadas callejuelas que recordaba a cualquier pueblo turista andaluz o del litoral mediterráneo; monumentos, en sí, no hay muchos que digamos, pero el paisaje, las casas, la playa que erosiona la colina en forma de acantilados que dejan visibles los estratos rocosos, las gentes, las costumbres, las modestas iglesias, …, hacen que emplees el mismo tiempo, y gastes la misma cantidad de fotos, que en cualquier ciudad cuyo casco histórico aparece repleto de monumentos. Según se ponía el sol, aprovechamos para subir a la parte alta del pueblo (funicular, 0.90 €), y contemplar el atardecer desde el mirador situado estratégicamente al lado de la preciosa Iglesia de Nuestra Señora de Nazaré; sin duda, un regalo para la vista. Por la noche, el pueblo se transforma, y en vez de adormecerse en su rutina, cobra vida, y un sinfín de bares y restaurantes de lo más peculiares, abren sus puertas para deleitarnos con sus suculentos platos; los bares y cafés, se transforman en improvisados pubs con música comercial y buenas copas a un muy buen precio; pese a la alta humedad, la temperatura resultaba ideal para descubrir nuevos locales ….

 

Panorámica de Nazaré

Quizás la resaca, el cansancio y algunos contratiempos con el desayuno, hicieron que al día siguiente el cansancio aumentara; lo disfrazamos con las ganas que teníamos de ver Lisboa, así que cogimos el coche, y rumbo a Lisboa; si tenéis poco tiempo, os recomiendo la autopista (directa al centro, en unos 50 minutos), pero si váis sobrados de tiempo, os sugiero que bajéis por la carretera de la costa, y os detengáis un tiempo en São Martinho do Porto, similar a Nazaré, pero con una bahía preciosa; también, mencionar (unos 20′ más al Sur) los bancos de arena en la ría de Foz do Arelho … De Lisboa, no puedo decir mucho, ya que es mucho más amplio de lo que yo imaginaba, y quizás se debiera dedicarle algo más de tiempo. Según entráis en la ciudad, os llamará la atención, la cantidad de pequeñas iglesias y grandes estatuas que hay esparcidas por todas partes; querréis parar cada dos por tres a hacer fotos, pero os recomiendo que sigáis siempre en dirección al Centro Histórico, y en la Avenida de la Libertad, hay parkings muy baratos, ó incluso gratuitos en determinados días. Dejáis el coche y continuáis bajando toda la Avenida hasta la Plaza de don Pedro; ahí, miréis a dónde miréis, todo os parecerá digno de foto: la Catedral a lo lejos (Sé), el Castillo de San Jorge, la Plaza de Figueira, la Estatua del Caballo, las callejuelas en cuesta, con los pequeños funiculares, …. Luego, seguís bajando por las estrechas callejuelas que constituyen la Baixa; os conducirán hasta la Plaza del Comercio (en la desembocadura del Tajo), donde la situación se vuelve a repetir, y cualquier rincón es muy bonito. Desde ahí, y por un intrincado laberinto de cuestas que parten de la Rúa dos Bacalhoeiros, podéis subir hasta la Catedral y el Castillo, desde dónde divisaréis nuevos objetivos en esta gran ciudad que parece no tener fin: el Parlamento, el antiguo mirador, la Iglesia de San Carmen, Sacramento, …

Lisboa

Nosotros decidimos tomar un tranvía para ir a Belém, y así ver el archiconocido Monasterio homónimo, y la famosa Estatua de los Descubrimientos, no sin antes, admirar la calidad arquitectónica reflejada en el Puente 25 de Abril, que nos recordaba un poco al anuncio de Maphre …

Monasterio de Belém

Aquí, no hay metro, así que podéis volver al centro en bus, tranvía o cercanías, parando cualquiera de los medios de transporte en la Plaza del Comercio, de donde salimos; nosotros cogimos después el metro, y el coche para llegar al Aeropuerto, donde Easyjet se encargaría de traerme a casa sano y salvo (aunque con retraso), y poner fin a este nuevo Viaje Express.

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